martes, 14 de abril de 2020

COMPRENSIÓN LECTORA

MIRAR LA LUNA

Una noche de verano sumamente calurosa, una noche
de finales de julio, salí a tomar el aire fuera de la cabaña
en la que me disponía a pasar una larga temporada.
La noche era apacible y muy, muy hermosa. A mi
alrededor, todo era quietud y en el aire flotaba un no sé qué extraño y fascinante. El cielo estaba completamente despejado y a mí me pareció un océano lleno de misterios.
De pronto, sin saber por qué, me dieron unas ganas terribles de mirar la Luna. La busqué y la busqué con la mirada, pero nada. No se la veía por ningún lado.
Me puse las gafas y nada: seguía sin verla. Me quité las gafas,
las limpié cuidadosamente, me las volví a poner… Nada.
Entonces recordé que en algún lugar tenía guardado un potente telescopio portátil.
Lo instalé y me pasé un largo rato mirando el cielo a través de su lente, pero la Luna no aparecía por ningún lado.
Era imposible que la Luna estuviese tapada por las nubes. Nubes no había ni una.
En cambio, estrellas, un montón. Pero la Luna no estaba. Me fijé en el almanaque. Era un día de luna llena. Un día despejado de luna llena. ¿Cómo podía ser que la Luna no estuviera?
¿Dónde se habría metido? En algún lugar tenía que estar. Tal vez aparecería más tarde. Decidí armarme de paciencia y esperar.
Esperé con ganas. Esperé con impaciencia. Esperé con curiosidad. Esperé con ansias. Esperé con entusiasmo. Esperé y esperé. Cuando me cansé de esperar, miré al cielo y nada. La Luna seguía sin aparecer.
Una vez que pude sobreponerme a mi decepción, me serví un café y me lo bebí lentamente.
Cuando lo terminé de tomar, la Luna seguía sin aparecer. Me serví otro café. Cuando lo terminé de tomar, ya me había tomado dos cafés. Pero de la Luna, seguía sin tener ninguna noticia.
Después del décimo café, la Luna no había aparecido y a mí se me había terminado el café.Paciencia, por suerte, todavía tenía.
Consulté las tablas astronómicas que siempre llevaba en la mochila. Eclipse no había.
Pero de la Luna, ni rastro.
¡Qué extraño era aquello! Volví a coger el telescopio y enfoqué bien, en distintas direcciones. El cielo nocturno era maravilloso y, como tantas otras veces, me sorprendió mucho encontrar algo que no esperaba ver. Mucho menos en ese momento y en ese lugar.
Ahí, a lo lejos, entre tantas galaxias con tantas estrellas y tantos cuerpos celestes desconocidos que se movían en el espacio, había un pequeño planeta con un cartelito que decía «Tierra».
Aumenté la potencia de mi telescopio y pude ver claramente que en la terraza de mi casa todavía estaba colgada la ropa que me había quitado antes de ponerme el traje de astronauta.
Y dentro, en el comedor, mi marido y los chicos estaban comiendo un plato de pasta y viendo las noticias en la televisión. En ese momento, justo en ese momento, estaban mostrando una
fotografía mía y el Servicio de Investigaciones Espaciales informaba de que mi alunizaje se había producido sin novedad.
Me tranquilicé y me quedé fuera, disfrutando serenamente de la noche, mirando todo con la boca abierta, pensando en vaya usted a saber qué, tan distraída como siempre,totalmente en la Luna.

Adela basch

Saber de las galaxias y otros cuentos. Norma (Adaptación)

REALIZA EN LA LIBRETA

1. Contesta.


• ¿Dónde transcurre la historia?


• ¿Qué llevaba siempre en su mochila?


• ¿Qué había en la terraza de su casa?


2. ¿Qué rasgo destacarías del carácter de la protagonista?


3. Explica qué hizo la protagonista para lograr ver la Luna.


4. ¿Quién narra esta historia? Elige. ¿Por qué lo sabes?

La protagonista. 

Un personaje secundario. 

Un narrador externo.


5. Explica qué significa la expresión estar en la Luna.


6. Escribe el informe que enviaría la astronauta al Servicio de Investigaciones Espaciales tras su llegada a la Luna.

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